No era un día especial, pero si distinto, era mi primer día de colegio en una nueva ciudad, mi padre se habia asegurado de escoger el mas caro e inexpugnable, allí pasaría el resto de año escolar, quizas, vendria papa de visita algún dia con regalos y volveria a irse anotando en su agenda para avisar a su secretaria y asi poderme agasajar en la siguiente visita.
Ciertos hechos se han borrado de mi memoria, pero de lo que sí estoy segura es de que allí estaba yo, dirigiendome con paso firme al edificio central, confundiendome entre las mas de trescientas criaturas que nos desplazabamos cual rebaño hacia delante, paso firme copiado el pie del primero al ultimo, aquello era como en las peliculas de guerra que veia al abrigo del quicio de la puerta del salón, cuando saltaba de la cama por las noches y al día siguiente no recordaba como había vuelto a amanecer en mi cama, la verguenza me embargaba por las mañanas, pero mi padre jamás me reprendió por ello, quizás pensaba que no entendía de que iban esas pelis o no le importara lo mas mínimo.
Aquel colegio era viejo, mas viejo que el edificio mas viejo que haya visto jamás, la ciudad parecia construida alrededor del mismo y segun se alejaban los edificios de el, desaparecian sus grietas y la gigantesca enredadera parecía perder fuerza y se volvía a esconder en la tierra mas alla de los muros.
Las gentes que lo habitaban durante el día, eran igual que el edificio, gris oscuro y la unica manera de distinguir a los alumnos de los profesores en aquella marcha era la estatura; aquel invierno estuve jugando a identificar quien era quien por los ojos, aquellas bufandas tampoco ofrecian distintivo alguno.
Pero aquella era mi nueva vida y tenia que adaptarme, mire hacia el cielo al oir el primer trueno y haciendo calculos de la distancia, dividida entre la gente que habia en el patio, sonreí, me voy a calar, empecé a pensar en como adaptarme al nuevo paso para no tropezar con todos los niños que me rodeaban y tal fue mi sorpresa que por mucho que lloviera, nadie se salía de su fila, me resigne y me mojé.
El ruido a la entrada del edificio era ensordecedor, imaginaos la cantidad de pies, unos seiscientos, aquello parecía como si tuvieramos suelas de velcro andando por una moqueta, no me lo podia creer, viendo el panorama, me pasaria todo el día en esa situación, empapada.
Mi nombre estaba escrito, tachado y vuelto a escribir en varios listados dispuestos en horizontal en un corcho al lado de un cartel que leía: " Secretaria ", cuando me asome por la puerta llegue a la conclusión de que no debería de haberlo hecho, he gastado un movimiento, pense, como aquelllos juegos de estrategia que habia en casa de mis primos, si aquello no fuera un colegio no se que rol podria interpretar aquella persona sentada detras de aquel ordenador, me escondí detras de la puerta rapidamente, cogi fuerte el cuaderno donde habia apuntado mis clases y salí disparada, pense que me llamarian la atención, ya tendria mi primer castigo, - este distinguido colegio no va a consentir que se alborote en el pasillo -, la escena creada en mi cabeza se fue disolviendo para darme cuenta de que estaba corriendo por pasillos vacios, pero.....donde estaba toda aquella gente, empece a correr mas y mas, 8:15 clase de lengua, ala este, piso primero, aula 5, creo, bueno ya está, era la ultima en abandonar la soledad de los pasillos.
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